Las noticias sobre un otoño complicado parece que van en aumento. Puede que estemos llegando a un momento en el que debamos tomar mayor conciencia sobre lo que sucede a nuestro alrededor y de que haya llegado la hora de aprender a tomar acción con un cierto espíritu preventivo. Hay que prepararse para un escenario que nuevamente será incierto y cambiante.

Si alguna de estas situaciones te suena familiar, dale una oportunidad a tu Inteligencia Emocional, adapta tu comportamiento y fórmate:

  1. A menudo te sientes estresado: Notas que reprimes emociones e impulsos, notas tensión psicológica, estrés y ansiedad y notas como esta tensión se está manifestando fisiológicamente. Como ya te expliqué en el artículo ¿Cómo influyen las emociones en nuestra salud? : «Las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario aunque no siempre seamos conscientes de ello. Son de carácter universal, bastante independientes de la cultura y generan cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y expresiva.» El estrés puede hacernos más susceptibles a problemas graves de salud mental, como la depresión y las conductas adictivas. Aprender a identificar las emociones y a determinar la función que cada una de ellas cumple en el propio bienestar profesional y personal es un primer paso.
  2. Notas que te falta asertividad: Cuando se trata de la Inteligencia Emocional, la asertividad y el establecimiento de límites son tan importantes como el «ser educado», la empatía y la compasión. Ser asertivo no es lo mismo que ser agresivo, no consiste en tener una actitud antipática. Se trata de saber cómo y cuándo decir «no» y defenderse de una manera positiva. Las personas emocionalmente inteligentes mantienen la calma y evitan los arrebatos emocionales. Si desactivamos ciertos impulsos en situaciones desafiantes y lidiamos con personas y pacientes difíciles de esta manera, entonces seguro que tendremos menos «enemigos» en el camino. Este enfoque es fundamental en el lugar de trabajo.
  3. Te falta vocabulario emocional: El lenguaje, las palabras, la forma de contarnos la realidad, son esenciales en la forma que tenemos de construir nuestra interpretación del mundo. Un uso específico, adecuado y fluido del lenguaje invita a una comprensión más profunda de la complejidad que nos rodea, al mismo tiempo que nos da recursos para abordar una situación determinada. En lugar de decir cosas como «me siento mal» en general, hacer un esfuerzo, profundizar en el sentido de este malestar y en sus matices, nos ayudará a discernir la dolencia y a analizar un método para la salida. En nuestro entorno asistencial y sanitario, puede sernos muy útil determinar el origen del conflicto.
  4. Emites juicios rápido y nunca cambias de opinión:  Sacar conclusiones demasiado rápido suele estar relacionado con la mala gestión de todos los argumentos contrarios a los nuestros. Esta es una pendiente resbaladiza para aquellas personas que ocupan cargos de responsabilidad, incluso para nuestra relación con los pacientes, puesto que escuchar, sacar información relevante y aplicar una solución de modo flexible no es una tarea fácil. Tomarse un tiempo para formarse opiniones y observar el panorama general es una tarea positiva.
  5. Desconoces tus «factores desencadenantes»: Cuando te enfrentas a personas o situaciones desafiantes, todo el mundo tiene su  talón de Aquiles emocional. En lugar de dejar que los arrebatos emocionales se apoderen del trabajo, intenta identificar las fortalezas y debilidades, así conseguirás alejarte un poco de ellos.
  6. No reconoces tus errores: No es fácil, pero puedes tomarte el hecho de aceptar que te has equivocado como «un acto de equilibrio». Todo el mundo intenta asar por alto sus errores. Hacerlo, sin embargo, tiene un efecto positivo y te va a servir tanto para la gestión del posible fracaso como en la correcta celebración del éxito futuro 
  7. Eres de piel fina: Mantener una mentalidad abierta y una piel más gruesa son esenciales si quieres dar un paso atrás y ganar perspectiva.
  8. Eres demasiado perfeccionista: Romper el hábito para que la búsqueda de la excelencia asistencial no se convierta en una obsesión emocional puede determinar tu bienestar.
  9. Siempre estás conectada: Poner las cosas en perspectiva es un signo de inteligencia emocional. La perspectiva ayuda a reducir el estrés, porque pone los riesgos y desafíos en su sitio y a su distancia correspondiente. La tecnología nos facilita la vida, por eso debemos ser conscientes de cuando no es necesaria. Piénsalo, no tiene sentido que debas instalarte cientos de APPs simplemente para conectar contigo misma, ¿no?
  10. Desconoces tus colegas y tu entorno: Cultivar una mente curiosa es la clave para la empatía y la mentalidad abierta. Y para ser un buen lector de quienes te rodean y comprender qué los motiva es una de las características clave de la Inteligencia Emocional.

 

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