¿Has escuchado alguna vez que existen emociones positivas y negativas? Aunque es cierto que unas emociones son más agradables que otras, ninguna emoción es “mala” en sí misma. Todas las emociones cumplen una función. Y tienen un mensaje para tí. 

En este artículo vas a descubrir qué son las emociones, cuáles son las 6 emociones básicas, qué funciones tienen y cómo influyen las emociones en nuestra vida cotidiana.

Qué son las emociones

Las emociones son las reacciones subjetivas que tenemos hacia nuestro ambiente y consisten en cambios orgánicos, tanto de tipo psicológico como fisiológico.

Su función es ayudar a adaptarnos a los diferentes estímulos que percibimos, ya sea un objeto, una persona, un lugar, un acontecimiento o un estímulo interno, por ejemplo, un recuerdo importante.

Las emociones forman parte de nuestra vida, son universales y comunes a todas las culturas y etnias. Además, suelen existir patrones de comportamiento parecidos entre individuos, grupos y culturas (1).  

Cuáles son las 6 emociones básicas

Paul Ekman es un psicólogo estadounidense que fue pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial. Junto a sus colaboradores (2), propuso que existen 6 emociones básicas o primarias:

  1. Sorpresa: sobresalto, desconcierto, asombro.
  2. Asco: aversión, disgusto, rechazo.
  3. Tristeza: pena, soledad, pesimismo.
  4. Ira: irritabilidad, rabia, enojo, furia, resentimiento.
  5. Miedo: anticipación de un peligro o amenaza que provoca inseguridad, incertidumbre o ansiedad.
  6. Alegría: diversión, euforia, sensación de bienestar y seguridad.

También existen otras emociones secundarias, sociales o aprendidas, que provienen de la socialización y el desarrollo de las capacidades cognitivas. Algunas de ellas son: culpa, celos, vergüenza, orgullo, diversión, satisfacción, desprecio, etc.

Este tipo de emociones secundarias provienen de las emociones primarias y surgen a partir de los 2 años y medio o 3, ya que las aprendemos sobre todo en comunidades. 

Qué funciones tienen las emociones

Desde una perspectiva evolutiva, las emociones tienen la misión de garantizar nuestra supervivencia. 

Si profundizamos un poco, las principales funciones de las emociones son 3:

1. Adaptativa

Las emociones nos ayudan a establecer nuestra posición con respecto al entorno, es decir, nos impulsan hacia determinados objetos, personas, ideas o acciones y nos alejan de otros. De esta manera, podemos actuar de forma eficaz ante cada estímulo y asegurar nuestra supervivencia.

2. Social

Las emociones organizan las respuestas de nuestro organismo a nivel fisiológico, tanto las expresiones faciales o la voz, como la actividad del sistema nervioso autónomo y la del sistema endocrino. Esto nos ayuda a comunicarnos a nivel afectivo y promover una conducta prosocial.

3. Motivacional

La relación entre motivación y emoción es de carácter bidireccional. Algo que nos motiva nos provoca una reacción emocional y a su vez, una emoción aumenta nuestra motivación por algo, de modo que se retroalimentan. 

Si nos fijamos en cada emoción básica en particular, podremos identificar qué función cumple cada una:

  1. Sorpresa: nos impulsa a explorar, nos ayuda a orientarnos ante una nueva situación.
  2. Asco: nos provoca rechazo del elemento o situación que tenemos delante. 
  3. Tristeza: nos motiva a reintegrarnos a nivel personal, a pararnos para coger fuerzas.
  4. Ira: nos induce a defendernos.
  5. Miedo: nos ayuda a protegernos de aquello que consideramos peligroso.
  6. Alegría: nos induce a la socialización

Cómo influyen las emociones en nuestra vida cotidiana

Las emociones tienen una influencia clave en 5 áreas de nuestra vida cotidiana:

1. Atención, memoria y aprendizaje

Nuestras emociones determinan dónde ponemos nuestra atención, qué recordamos y qué aprendemos. De esta forma, algunas emociones pueden facilitar el aprendizaje, mientras que otras lo pueden dificultar (3).

2. Toma de decisiones

En función de nuestras emociones, percibimos el mundo de una determinada manera y tomamos decisiones influidas por ellas. Podemos tomar decisiones de forma apresurada e impulsiva o, por el contrario, decidir de manera más reflexiva y racional (4).

3. Relaciones sociales

Nuestras propias emociones y nuestra interpretación de las emociones de los demás nos influyen en si nos acercamos o nos alejamos de alguien, si iniciamos conductas o gestos prosociales, o todo lo contrario (5).

4. Salud

Todas nuestras emociones presentan un relato fisiológico en nuestro organismo. A nivel cerebral, provocan la liberación de neurotransmisores y estos influyen en nuestro bienestar físico y mental. Mientras que algunas emociones mejoran nuestra salud y bienestar, otras pueden aumentar el riesgo de enfermedad (6). 

5. Creatividad, eficacia y rendimiento

Algunas emociones pueden dificultar la resolución de problemas y nuestro rendimiento. Sin embargo, también podemos usar nuestras emociones como herramientas para ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos académicos o laborales (7). 

En conclusión, todas las emociones que sentimos nos ayudan a sobrevivir, a adaptarnos al mundo que nos rodea y a comprender nuestro estado emocional y el de los demás. 

Además, nuestras emociones tienen un impacto directo en nuestra salud física y mental, en cómo nos relacionamos, en cómo tomamos decisiones y en nuestro desempeño profesional.

Por ello es tan importante saber reconocer nuestras emociones, comprenderlas y determinar su origen, expresarlas de forma adecuada y regularlas, en lugar de que ellas nos dominen a nosotros.

No se trata de algo innato, ni un instinto o una intuición con la que unos nacen y otros no, aunque hay personas con una mayor facilidad para ello. 

Se trata de una habilidad que puede aprenderse. Y entrenarse. 

En el ámbito sanitario, además, la inteligencia emocional se ha relacionado con mejores relaciones médico-paciente, mejores resultados terapéuticos y un mayor nivel de satisfacción profesional. (8) Aprender a gestionar nuestro mundo emocional es un paso fundamental hacia relaciones más saludables, con los demás, y sobre todo, con nosotros mismos. 

(1)  Levenson, R.W. (1994). Human emotion. A functional view. In P. Ekman & R.J. Davidson (Eds). The nature of Emotions: Fundamental Questions (pp. 123-126). New York: Oxford University Press.

(2)  Ekman, P.; Levenson, Robert W. and Friesen. Wallace V. (1983): “Autonomic Nervous System Activity Distinguishes Among Emotions.” Science 221 (4616): 1208–1210.

(3) Ibarrola, B. (2013): “Aprendizaje emocionante: Neurociencia para el aula.” Ed. Biblioteca Innovación Educativa.

(4) Gordillo León, F., Arana Martínez, J.M., Salvador Cruz, J. y Mestas Hernández, L.: EMOCIÓN Y TOMA DE DECISIONES: TEORÍA Y APLICACIÓN DE LA IOWA GAMBLING TASK. Revista Electrónica de Psicología Iztacala. 14, (1), 2011 

(5) Suárez P., I.; Mendoza, B. DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y DE LA CAPACIDAD PARA ESTABLECER RELACIONES INTERPERSONALES E INTRAPERSONALES. Laurus, vol. 14, núm. 27, mayo-agosto, 2008, pp. 76-95 Universidad Pedagógica Experimental Libertador Caracas, Venezuela.

(6) Cano-Vindel, A.; Miguel-Tobal, J.: “Emociones y salud”. Ansiedad y estrés 7 (2/3): 111121, jun. 2001.

(7) CARMONA-FUENTES, P.; VARGAS-HERNÁNDEZ, J. G.; ROSAS-REYES, R. E.: Influencia de la inteligencia emocional en el desempeño laboral. Sapienza Organizacional, vol. 2, núm. 3, enero-junio, 2015, pp. 53-68 Universidad de los Andes Mérida, Venezuela.

(8) Birks YF, Watt IS. Emotional intelligence and patient-centred care. J R Soc Med 2007;100:368-374.

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