Es el tema estrella. Donde quiera que vayas, cualquier medio de comunicación que leas o escuches, las redes sociales, nuestros whatsapp privados… las conversaciones en estos días giran y vuelven a girar en torno a la infección por coronavirus.

 

Es difícil abstraerse de la sensación de agobiomiedoincertidumbrenerviosismo… tal es el aluvión de noticias, información y amplificación mediática que se está ofreciendo a este tema. El miedo nos paraliza, nos aturde y nos impide pensar con claridad. Hay tanta información que en ocasiones se convierte en des-información.

Como médica, no tengo miedo. Es muy posible que en el ejercicio de mi trabajo en las próximas semanas, a pesar de las medidas higiénicas y de prevención, pueda ser contagiada, al igual que me contagié de la gripe A, resfriados comunes, gastroenteritis o conjuntivitis víricas en algún momento de mi trayectoria profesional.

¿Qué me permite estar así?

Me fijo en datos objetivos

Se trata de un cuadro leve y autolimitado, aunque contagioso, porque no nos hemos vacunado frente a él (como la gripe) y no tenemos memoria celular del mismo. Su posibilidad de causar enfermedad está relacionada con los factores universales potenciadores de la mayoría de infecciones, como la edad,  insuficiencias orgánicas, patologías de base o ciertos tratamientos que aumenten la sensibilidad  o predisposición frente a ellas

Estoy en el momento presente, no me anticipo al futuro

Cada día tenemos nuevos datos sobre la evolución de los contagios, y sobre ellos se van tomando las medidas oportunas. En los países donde se inició la pandemia, la incidencia está disminuyendo. Ellos van unos pasos por delante en experiencia, investigación y aprendizaje sobre lo sucedido. Confío en que ese trabajo traerá sus resultados más pronto que tarde.

No me preocupo, me ocupo de lo que depende de mí

De mí depende poner en práctica las medidas de higiene recomendadas por las autoridades sanitarias (lavado de manos constante y cuidadoso, toser o estornudar en el codo o sobre un pañuelo desechable, protegerme si atiendo a un paciente con un cuadro respiratorio, mantener una distancia prudencial con otra persona, quedarme en mi domicilio si noto algún síntoma sospechoso…).

De mí depende  proteger a mis personas próximas y no ponerme en contacto con familiares especialmente susceptibles de enfermar si se contagiaran.

Soy responsable con mi entorno y de cómo me relaciono con él

Entiendo mi responsabilidad individual como contribuir dentro de la sociedad en la que vivo a no propagar la infección, y siguiendo de nuevo las recomendaciones sanitarias, evitar las aglomeraciones o viajes a zonas donde se ha certificado la transmisión comunitaria. Evitar el número de contagiados es disminuir la probabilidad de pacientes enfermos que necesitarán los servicios de salud.

Elijo mis conversaciones y mis fuentes de información

Me mantengo al día a partir de fuentes fiables de información, preferiblemente las oficiales, las de profesionales y las de sociedades científicas que independientemente de este dichoso coronavirus, vienen aportando información de calidad y contrastada desde hace años. Y lo hago sólo un ratito al día. Para no saturarme, hay más vida además del coronavirus.

Practico el autocuidado

Este es un acontecimiento mundial nunca antes vivido, no hay manual de instrucciones, nos asomamos con desasosiego a un tiempo incierto. Sigo practicando mis hábitos de vida saludables, mi tiempo de ocio diario, no permito la entrada de toxicidad ambiental o relacional en mi círculo privado.

Probablemente nos esperan semanas complicadas y de tensión si el número de casos sigue creciendo. Desde el sentido común, la prudencia, la prevención y la tranquilidad, abordaremos lo que tenga que venir. Cuidémonos.Cuidemos. 

 

 

Fuentes


  1. Ministerio de Sanidad
  2. Biblioteca Virtual en Salud España
  3. The Lancet COVID-19
  4. Novel Coronavirus Information Center – Elsevier
  5. GdT en Enfermedades Infecciosas de la semFYC
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