En una conversación reciente un amigo me preguntaba: “Con las condiciones tan calamitosas que ya teníais, con todo este tinglao del covid y sabiéndo lo que sabes ahora, ¿volverías a escoger la profesión de la medicina? “Sonreí. “Con los ojos cerrados” afirmé.

Hace un tiempo una residente me preguntaba a la salida de una consulta ¿Por qué cierras los ojos cuando auscultas a un paciente? Mmmmm….no lo sé-le respondí. Creo que es un gesto institintivo que llevo practicando desde siempre, supongo.

Para mí supone una forma de cerrar la ventana al exterior para recibir con mayor claridad la información del interior. El ritmo del latido cardíaco latido, lup-dup, lup-dup… la presencia o no de un el soplo shhhh, shhhh…

Me concentro mejor y soy más consciente de lo que escucho y cómo lo hago. Años después me he dado cuenta de que durante esos dos o tres minutos practico la conciencia plena, escuchando a través de mi fonendoscopio. En “estos días de COVID” ausculto también con los ojos cerrados.

Esperando no encontrar crepitantes ni ruidos sobreañadidos ni nada que me haga sospechar gravedad en el paciente que estoy atendiendo, sospechoso hasta que no se demuestre lo contrario. Esos minutos en los que mantengo un mínimo contacto, protegida hasta las pestañas, para hacer llegar algo de confianza, de tranquilidad, algo de “ey! Estoy aquí contigo” Pienso que es un buen momento para cerrar los ojos y mirar en nuestro interior.

De repente hemos dejado de hacer nuestro trabajo habitual en las condiciones habituales en el lugar habitual porque este virus nos han dado una gran patada en el culo y nos ha lanzado a kilómetros de distancia de nuestra “zona de confort” Todo es diferente. Las distintas especialidades colaboran y han dejado en segundo plano la competición, las estructuras dejan de ser rígidas y aparecen espacios para tropecientas mil camas, se prioriza según urgencia e importancia, adaptamos horarios, modificamos jornadas…

Todos unidos remando en la misma dirección. El compañerismo a flor de piel, conversaciones más sinceras con tu equipo, pacientes comprensivos y que nos muestran un apoyo inédito para nosotros…

¿Quién lo hubiera dicho? ¿Os acordáis de aquella frase “esto es lo que hay” o “uy! eso que propones es muy difícil”? El cambio es posible, el cambio es vida. Podemos cambiar, si queremos hacerlo.

¿Y que ha sucedido en ti? ¿Qué ha sucedido contigo? ¿En qué has cambiado? ¿De qué te has dado cuenta? ¿Qué estás haciendo en estos días que jamás hubieras imaginado? ¿ Qué es lo importante en tu profesión?¿Qué profesional quieres ser a partir de ahora? ¿Qué es lo importante en tu vida? ¿Qué persona quieres ser a partir de ahora?

Este virus nos dejará valiosas lecciones si somos capaces de desplegar nuestra atención y nuestra intención, cerrando los ojos y asomándonos a nuestro interior.

En una conversación reciente un amigo me preguntaba:

Con las condiciones tan calamitosas que ya teníais, con todo este tinglao del covid y sabiéndo lo que sabes ahora, ¿volverías a escoger la profesión de la medicina?

“Sonreí. “Con los ojos cerrados” afirmé.

 

 

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