Mientras que durante siglos, se ha considerado que socialmente era más aceptable suprimir la expresión de las emociones, y no mostrar el propio estado de ánimo, hace ya unos años en que las cosas han cambiado y la comunidad científica considera que lo mejor es liberar las emociones.
Los beneficios de saber expresar tus emociones
A nivel clínico, hace tiempo que hay estudios que han avalado el hecho de que saber cómo expresar las emociones correctamente libera y ayuda a tender hacia una mayor sensación de bienestar. En ese caso, ¡habla, expresa, libera!, no te guardas nada que sea inecesario, que te pese o que te una inquietud que te esté frenando dentro. Podemos expresarnos de diferentes maneras. Hablando, pero también escribiendo o bailando. Incluso si no podemos compartir directamente nuestro estado de ánimo con alguien, hagámoslo para despejar nuestras mentes.
Como ya debes saber, en su libro de éxito sobre Inteligencia Emocional (IE), Daniel Goleman explica que el éxito de una persona no depende exclusivamente de su coeficiente intelectual o sus estudios universitarios. En realidad, es la inteligencia emocional la que más influye en nuestras posibilidades de éxito.
Según el propio Goleman, la Inteligencia Emocional es nuestra capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás. Y esto, para manejar bien nuestras emociones y tener relaciones más productivas con quienes nos rodean.
Las personas con esta habilidad saben cómo reconocer sus emociones y por qué las están experimentando. También reconocen la influencia de sus sentimientos en sus decisiones. Finalmente, pueden asociar estos sentimientos con sus valores y sus objetivos. Saber expresar tus emociones atraviesa el cerebro y el corazón.
7 beneficios de saber cómo expresar tus emociones
Se podría decir que la Inteligencia Emocional tiene tres aspectos. Primero, existe la capacidad de relacionarse con los demás y la capacidad de controlar nuestra propia información emocional. El segundo elemento implica la organización de todas las facetas de la personalidad que contribuyen al éxito. Finalmente, el último aspecto se refiere a nuestra capacidad para regular y gestionar la información emocional (Mayer et al. 2000b).
En términos generales, la IE se refiere a la capacidad de todos y todas para percibir, comprender, razonar y manejar las propias emociones y las de los demás (Goleman 1998; Mayer et al. 2000b). También incluye la capacidad de ser consciente de las emociones y cómo afectan e interactúan con las llamadas inteligencias tradicionales.
La expresión de las emociones y la conciencia emocional son habilidades que nos ayudan a:
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Separarnos de nuestras emociones
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Facilitar la prevención y resolución de conflictos
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Tomar conciencia de las distorsiones cognitivas
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Ser capaz de conectarnos con nuestras necesidades
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AyudARNOS a entender mejor las emociones
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Poder beneficiarnos de la comprensión y el apoyo de los demás
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Encontrar una salida en caso de conflicto
Vivimos en una sociedad que no nos enseña a ser emocionalmente inteligentes. Algunos autores consideran que nuestra sociedad actual está marcada por la agresión, los conflictos sociales en general y una exposición a la violencia sistémica que afecta a la educación de las nuevas generaciones en particular.
En vista de esta observación general, deberíamos preguntarnos, o preguntar a nuestros responsables políticos, si no es urgente crear un marco educativo más adecuado. Y esto, para crear una nueva sociedad que permita disminuir la tasa de «secuestro emocional».
Para hacer esto, es necesario comprender mejor nuestras emociones y las de los demás. También es esencial buscar tener un mejor control sobre las situaciones personales y sociales. De hecho, nuestro sistema educativo actual solo apunta a lograr un cierto «equilibrio personal» cuando también debe tender al desarrollo de un «equilibrio social» (Gutiérrez y García Cué, 2015).
Comunicarse y saber cómo expresar las propias emociones, así como ser conscientes de las de los demás, son elementos esenciales en una sociedad en crisis. Si no actuamos de forma emocionalmente inteligente, en la situación menos estresante, nuestro cerebro entra en modo piloto automático. Luego tiende a reproducir lo mismo, pero de una manera más compleja y poco a poco menos adaptativa. Este enfoque sobre nuestra forma de pensar, sentir y, en consecuencia, actuar, es muy paco adecuada, pertinente y recomendada para nuestro mundo de hoy, tan rico en cambios, crisis, alegrías y tristezas. Esta forma de actuar por automatismos nos impide estar en formación constante, en aprendizaje permanente y con la antena siempre puesta.
No es fácil, nadie dijo que lo fuera, pero la buena noticia es que podemos entrenarnos, y que todos y todas estamos capacitadas para mejorar.
Uno de los pioneros de la investigación en Inteligencia Emocional y promoción de la salud, Peter Salovey, defiende que la próxima década verá surgir una gran cantidad de investigaciones que mostrarán que las habilidades y competencias emocionales tienen mucho que ver con nuestro desempeño en diferentes áreas.
Este artículo es una versión de traducida del original francés