Hay historias y personas que te marcan y te dejan huella. Recuerdo a Manuel. Vivía en una región montañosa, lejana del hospital. Había acudido al hospital él solo, por un cuadro de malestar general, bastante inespecífico con escasos hallazgos en la exploración. Cuando llegó la analítica, sólo veía asteriscos. Anemia, insuficiencia renal, alteración de la coagulación…. ¡Nada en su sitio! El aparentemente estaba bien… Indagué en su historia clínica. Curiosamente, comparando con analíticas previas, ¡estaba mejor que nunca! Tenía varias enfermedades crónicas, ya conocidas, en fase avanzada que iba capeando año tras año. Hablaba poco, vocalizaba mal y era difícil de entender. Sus arrugas marcadas, su ceño fruncido.

Sólo quería que le tapáramos, que le diéramos un caldo caliente y le dejáramos dormir.

– “ Yo me quedo aquí dormido y no le doy quehacer”

– ¿Con quien vive Manuel?

– Con la mujer y el hijo, pero la mujer ya…ch, ch…está muy revolucionada, ya hoy no he podido hablar con ella.

Apareció a las pocas horas un vecino del pueblo. Me aclaró que Manuel cuidadba de su mujer con demencia y de su hijo con retraso mental grave. Que era un hombre entregado y buena gente. Pero que a veces necesitaba tomarse un respiro.

Cuando su mujer se descontrolaba, Manuel se iba unos días a dormir a la pensión del pueblo y los vecinos se encargaban de todo lo demás. Se quedaba un par de días dormido y se marchaba.

Pero hoy había sido distinto. Manuel no podía más. Y había venido al hospital a desconectar. No expresaba ira ni tristeza, sólo quería dormir y estar calentito bajo una manta.

– Manuel, el caso es que está mejor que nunca. En el hospital se va a contagiar de lo que no tiene…

– Doctora, por favor, ingréseme. Solo unos días, yo no les voy a dar faena. Quiero dormir. Quiero descansar. Luego vuelvo al pueblo.

Me sentí conmovida y le ingresé.

¿Cómo lo hace? Pensaba. ¿Cómo resiste todo eso y sigue adelante? No solo es su ceño el fruncido, su vida también está fruncida. ¿De donde saca su energía? ¿Cómo se pone en pie cada día? Se lo pregunté, no me contestó. Solo quería dormir.

 

No volví a quejarme en una buena temporada.

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}

Suscríbete al blog y recibe mi guía gratuita

Descubre cómo 4 prácticas sencillas de Inteligencia Emocional pueden ayudarte en la gestión del estrés diario

Hoy puedes empezar a sentir destellos de serenidad en el caos de la consulta.

¿Quieres conocer más? Mira estos artículos que tenemos para ti:

>