En un interestante artículo publicado en el British Journal of General Practice, por Luke Austen, se afirma que aumentar el apoyo emocional para los profesionales de la salud puede ser básico a la hora de reequilibrar el desapego clínico y la empatía, El artículo parte de la teoría que dado que los profesionales de la salud nos enfrentamos a los traumas emocionales de los pacientes, como el dolor, la ira y la soledad a diario y en cada hora de nuestra jornada, tenemos un papel fundamental. Frente a este tipo de angustia,  podríamos ver (y experimentar) la ‘verdadera empatía’. Este tipo de empatía implicaría sentir las emociones de los demás como una ‘resonancia emocional’, un paso más allá que simplemente reconocer dichas emociones correctamente.

En ese sentido, y para poner en contexto, se cita a William Hunter, un cirujano-anatomista del siglo XVIII que sugería a los estudiantes a adquirir «una inhumanidad necesaria» a través de la disección, como una especie deaceptación del «desapego clínico». Tras Hunter, William Osler, ampliamente considerado como el padre de la medicina moderna, dijo en su ensayo Aequanimitas 4 de 1912 que «un regalo raro y precioso es el arte del desprendimiento» y argumentó que los médicos podrían «ver objetivamente» la «vida interior» de un paciente neutralizando sus emociones hasta el punto de que no sienten nada en respuesta al sufrimiento.

Además, la visión original de Hunter de la sala de disección como campo de entrenamiento para desarrollar el desapego clínico ha persistido hasta el siglo XXI. 

Las realidades de nuestro día a día clínico actual nos conducen de manera similar hacia el desapego clínico por defecto. El rápido progreso científico ha producido opciones modernas de diagnóstico y terapéuticas que están impregnadas de datos técnicos y procedimientos desafiantes, todo lo cual debe ser manejado por clínicos-científicos con un pensamiento claro. Ahora más que nunca, la idea del desapego clínico como prerrequisito para la objetividad científica será válida para los trabajadores de salud.

Esta mentalidad también puede verse reforzada por las inmensas cargas de trabajo, presiones de tiempo y culturas dirigidas por objetivos de muchos sistemas de salud, factores que harían que los médicos tuvieran más probabilidades de elegir los beneficios de desapego a corto plazo del desapego sobre los beneficios centrados en el paciente de la verdadera empatía.

Finalmente, a menudo nos faltan las herramientas para interpretar las emociones problemáticas, o no nos creemos capaces de hacerlo, lo que significa que optamos por una respuesta predominantemente desapegada. Esta incapacidad real o percibida para procesar la resonancia emocional es el impulsor más importante de nuestro desprendimiento excesivo porque es el más susceptible de cambio. Al promover estrategias para interpretar mejor la resonancia emocional que surge de los traumas de los pacientes, podemos proporcionar un amortiguador, facilitando un cambio hacia el equilibrio ideal de la verdadera empatía y el desapego clínico.

 

Este artículo es una versión traducida del original de Luke Austen

[artículo original aquí +]

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