En el sector sanitario nos encontramos muy a menudo en situaciones en las que nuestra toma de decisiones puede ser crucial. Lo estamos viendo ante la COVID-19, al enfrentarnos a niveles de incertidumbre muy altos y al tener que hacer frente a escenarios de estrés con las energías mermadas por la sobrecarga asistencial y por varios años de falta de recursos en el sistema.

La incertidumbre, la falta de recursos emocionales y humanos y la carencia de herramientas en inteligencia emocional sanitaria que nos doten de perspectiva y equilibrio, hacen que todos y todas estemos muy expuestos al estrés y al burnout. En estos momentos es cuando hace falta un liderazgo claro, capaz de priorizar y ordenar el caos, los cambios de protocolos y el exceso de estímulos que nos perturban.

Pero, ¿cómo se construye un líder en el contexto sanitario? y ¿qué herramientas necesita para abordar la realidad de forma que consiga los mejores resultados ante el esfuerzo de un equipo? En teoría, en la definición de líder o de persona con dotes para el liderazgo encontramos una mezcla de habilidades de gestión de recursos (materiales, humanos, emocionales…), supervisión, capacidad de tener perspectiva y dotes para la comunicación. Además, un buen líder suele ofrecer un espacio para la empatía. Todas estas habilidades – casi que podríamos utilizar la palabra «virtudes» – forman parte del núcleo de competencias que derivan de un uso inteligente de nuestras emociones. La mayoría de formaciones académicas en gestión consideran que la Inteligencia Emocional es la primera y más fundamental de las habilidades de un líder, también en el sector sanitario.

En las descripciones de másteres o postgrados de gestión, es cada vez más habitual encontrar frases que refuerzan esta idea, como por ejemplo:  «Los líderes utilizan las habilidades derivadas de la Inteligencia Emocional, como herramientas para relacionarse y gestionar las emociones, para tomar innumerables decisiones diarias que afectan la calidad del servicio sanitario y la salud de los pacientes».

Liderazgo no significa ni imposición ni estar por encima de los colegas de nuestros equipos. El liderazgo santario eficaz es una combinación de competencia médica e interpresonal fundamentada en las buenas prácticas de la empatía, gestión del estrés y flexibilidad. El tener capacidad de liderazgo, de tomar decisiones y de saber explicar el porqué de las mismas puede fomentar el mejor funcionamiento de un servicio de salud y, finalmente, acabar mejorando la salud de nuestros pacientes.

HABILIDAD 1: INTELIGENCIA EMOCIONAL

Esta es la habilidad más importante de un líder sanitario, porque el gestionar las emociones de forma inteligente es extremadamente útil al trabajar con equipos con diferentes pulsiones, opiniones y dinámicas.

HABILIDAD 2: COMPETENCIAS TECNOLÓGICAS

Saber manejar bien el arsenal de herramientas tecnológicas a nuestro alcance no solamente nos da mayor seguridad, si no que también ayuda a nuestra toma de decisiones, y hace que nuestra perspectiva de la realidad sea más amplia. Al mismo tiempo, el tener capacidades de uso sólidas en tecnología, también nos permitirá sentirnos más confiados y confiadas cuando nos encontremos ante programas o tecnologías que no conocemos. A nivel más filosófico, tengamos en cuenta que una de las cualidades básicas de un líder es su visión del futuro y su convicción de que todavía hay mucho por aprender. Es decir, la humildad es un rasgo básico de un buen líder.

HABILIDAD 3: toma de DECISIONES ADAPTATIVA Y RÁPIDA

Una persona con capacidad para el liderazgo sanitario es flexible en sus decisiones y sabe cómo cambiar de paradigma de forma ágil. Para ser efectivos, debemos ser rápidos, pero para tomar buenas decisiones, no deberíamos obviar ni la reflexión y ni el análisis racional, y tener en cuenta muchas variables. Para ello es fundamental organizar el proceso de toma de decisiones de una forma metódica y segmentada, aclarando dudas y conceptos y haciendo un uso claro del lenguaje.

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HABILIDAD 4: HABILIDADES SOCIALES

Una persona emocionalmente inteligente siempre busca otras personas aliadas con las que comparta un cierto contexto y unas ideas afines que permitan que el trabajo y la colaboración fluyan de la forma más natural posible. Para desarrollar un liderazgo sanitario eficaz, atraer a estas personas con valores y principios similares a los nuestros nos será beneficioso a nivel profesional y personal.

HABILIDAD 5: COMUNICACIÓN

El lenguaje, las palabras y la gramática mediante las cuales describimos la realidad son también nuestros materiales para la construcción de un mundo determinado. Tanto la forma de expresar nuestras ideas oralmente, como nuestras comunicaciones escritas, son esenciales a la hora de comprender y de ser comprendidos. Para liderar hay que comunicar muy bien, saber cómo gestionar reuniones de forma eficiente y productiva, y estar atentos a las necesidades de nuestro entorno.

Un líder es, también, aquella persona que te dice lo que estabas pensando y necesitabas escuchar. 

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