Para convertirme en médica trabajé duro a lo largo de muchos años. Primero, antes de entrar en la facultad para obtener la nota que se exigía y después, preparando el examen de acceso a la residencia. Sacrifiqué una parte de mi tiempo libre en aras de un objetivo muy superior y trascendental para mí. Hoy recuerdo con ternura aquellas fiestas a las que no acudí, aquellos conciertos a los que no asistí ( y aquí sí “me tiro de los pelos” porque pude haber estado en un concierto de ¡¡Michael Jackson!!) aquellos fines de semana en los que permanecí estudiando…Y ya siendo residente, llegó el tiempo complejo de adquirir e integrar múltiples conocimientos y habilidades en largas jornadas de trabajo ( ¡aquellas primeras guardias!) para llegar a ser la profesional que siempre soñé. Mi “sacrificio”, el tuyo también, ha sido tanto a nivel intelectual como emocional.

A menudo hemos estado en situaciones muy comprometidas para nuestro bienestar y equilibrio. A veces se nos ha pasado por la cabeza que somos capaces de todo y que no hay ningún problema que se nos pueda escapar. Como consecuencia, esta sensación de seguridad y de confianza en nosotras mismas también se traslada a nuestra toma de decisiones. ¿Cómo vamos a equivocarnos si hemos atravesado todas estas fases de crecimiento y entrenamiento de forma exitosa? Nos cuesta asumir que nuestras decisiones puedan ser incorrectas y rechazamos el error. ¿Cómo vamos a estar equivocadas? ¡Hemos estado 12 años entre universidades y Residencias y hemos visto y hemos hecho de todo! Sin embargo, cuando trabajamos desde el agotamiento, el cansancio, el estrés… entonces estamos expuestas al error, por muy brillantes que hayamos podido ser en los momentos clave de nuestra carrera.

No somos heroínas, somos personas de carne y hueso, con nuestros límites, con nuestras luces y con nuestras sombras.

Darnos cuenta y aceptar esta premisa sobre nosotras mismas “de forma precoz” puede salvaguardarnos de la frustración y de la culpa.

  

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Hoy puedes empezar a sentir destellos de serenidad en el caos de la consulta.

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