La gente acostumbra a suponer que lo único que se interpone entre tú y la felicidad profesional es lograr un par de hitos: De un lado, la construcción de «un negocio exitoso» tras haber tenido una idea novedosa, tras alcanzar una cierta cantidad de ingresos que nos garanticen seguridad y estabilidad, o ser promovido/a. Estas son las personas que socialmente nos parecen felices, ¿verdad?.
A menudo, esta idea de que la felicidad, tanto en la vida, como en nuestro trabajo (sea el que sea) está a solo unos pocos «logros» nos lleva a una obsesión con los logros personales. Nos obsesionamos tanto en alcanzar el próximo objetivo, que se convierte en el foco de nuestra vida.
Según el catedrático de Wharton, Richard Shell, autor de Springboard: Lanzar su búsqueda personal para el éxito, esa es una «definición externa de éxito», y que alimenta aquellos aspectos de nuestra búsqueda vital que se centran en construir una carrera profesional larga, para recibir reconocimiento y logros. Y qué decir de las redes sociales y la necesidad constante de aprovación…
El problema con lo «externo» es que basar nuestra felicidad y autorealización en ello no nos aportará satisfacción, porque no es un entorno controlable. Los factores externos no son universales ni una fuente sostenible de felicidad verdadera. Si basas tu definición de éxito en factores externos como el dinero, la capacidad de influencia o aquello que generalmente entendemos como «el poder», por ejemplo, nunca tendrás suficiente.
«Cuando se trata de hacerte feliz, necesitas aprender lo que funciona para ti» parace un lema mucho más constructivo e interesante, ¿no te parece?
En la práctica de saber y comprender lo que te motiva, el motor que te va a mover es tu Inteligencia Emocional (IE) y cada vez más estudios muestran que se trata de una habilidad crítica que las personas felices tienden a tener en común.
Hay un artículo reciente publicado en LinkedIn por el Dr. Bradberry que me ha parecido interesante precisamente por que pone de relieve algunas de las formas elegidas por parte de las personas emocionalmente inteligentes a la hora de crear su propia felicidad.
Quisera destacar los tres primeros:
Las personas que utilizan su Inteligencia Emocional…
1. No dejan que lo que no pueden controlar afecte lo que sí pueden
Ya se trate de los sentimientos de otras personas, viejos errores o eventos futuros por venir, las personas emocionalmente inteligentes no dejan que las cosas fuera de su control secuestren su felicidad. En cambio, eligen enfocarse en el impacto positivo que pueden tener ahora.
2. Viven de forma consecuente con sus valores
Las personas emocionalmente inteligentes entienden que la felicidad merece sacrificios a corto plazo. Podemos hacer la vista gorda ante un problema actual, y puede que no nos afecte en corto plazo pero, en general, el camino de menor resistencia está lleno de pesares y tristezas. Nuestros valores, y nuestra ética pueden actuar como una guía y permitirnos vivir en paz con nuestras decisiones.
3. Creen que la vida es un proceso de aprendizaje
Las personas emocionalmente inteligentes tienen una «mentalidad de crecimiento». La mentalidad de crecimiento es aquella forma de pensar que relaciona nuestro progreso con la cantidad de esfuerzo que estamos dispuestos a hacer. Es decir, por nuestro empeño y no por las «eventualidades».
Vivir con una mentalidad de crecimiento es experimentar y probar cosas nuevas, y permitirnos ser flexibles. Ver nuevas oportunidades como una forma de aprender, crecer y aceptar voluntariamente situaciones desafiantes, aunque las posibilidades de fracaso sean altas. E intentar, en la medida de lo posible, de tomarse el fracaso como una parte inevitable del crecimiento y del camino hacia la mejoría. En resumen, el fracaso es visto como parte de la curva de aprendizaje y no como una acusación de nuestras competencia.
Todos los días, las voces negativas en nuestras cabezas nos dicen lo que no podemos hacer y que nuestro destino ya está sellado. Las personas emocionalmente inteligentes no escuchan estas voces, o las dejan en un mero eco para reconocer el valle donde no quieren volver a bajar.
Aprender lo que te motiva y definir tu propia definición de éxito es fundamental para encontrar la felicidad.